Molotov, aquella banda que en los noventas y dosmiles puso a corear al país entero con sus letras irreverentes y políticamente incorrectas, hoy parece haber cambiado la guitarra de la protesta por la pandereta del conformismo. Sí, Molotov, los mismos que incendiaron escenarios con su crítica al gobierno y su capacidad de decir lo que muchos no se atrevían, ahora se conforman con ser el «Frijolero Karaoke» de las fiestas de generación X.
Es irónico, casi poético, que la banda que alguna vez señaló la hipocresía y corrupción de los políticos, hoy no tenga nada que decir sobre un México sumido en el desamparo. ¿Dónde quedó esa furia que los llevó a incomodar al sistema? ¿Acaso se perdió entre contratos publicitarios y un setlist que no ha cambiado en más de una década?
Molotov se ha convertido en esa tía rockera que critica al reguetón en la sobremesa, pero no mueve un dedo para componer algo que vuelva a incomodar al poder. Es fácil burlarse de los «géneros vacíos», pero ¿no es aún más vacío repetir una y otra vez las mismas canciones sin aportar nada nuevo a la conversación? Antes combatían al PRI y al PAN con sátira y creatividad, ¿por qué hoy no hay un tema para Morena o los cárteles que gobiernan entre las sombras?
La crítica que hacían con “Frijolero” era válida, sí, pero la realidad de hoy es mucho más compleja. ¿Qué pasó con ese Molotov que se atrevía a desafiar tabúes? Tal vez están demasiado cómodos contando regalías de Spotify como para ensuciarse las manos con la porquería del México actual.
Molotov, el país necesita más que nostalgias. La lucha no terminó con los discos de los 2000; hoy estamos peor. ¿Por qué no hacerle una canción al huachicol, a las desapariciones, a los abrazos en lugar de balazos? México necesita ruido, pero no el ruido del pasado, sino uno nuevo, contundente y actual.
¿O será que Molotov, como tantas otras instituciones, se quedó atrapado en el sistema que alguna vez quiso destruir? El rock no solo es una guitarra y un riff pegajoso; es una postura, una resistencia. Hoy, lo que escuchamos de ustedes no es resistencia, es resignación.
Despierten, Molotov. La irreverencia no es un souvenir del pasado, es una responsabilidad presente. O sigan cantando sobre lo mal que están las cosas desde un cómodo camerino, mientras el país arde.
LAS PREGUNTAS
- ¿Será que Molotov también encontró su «zona de confort» en los hits del pasado, igual que el sistema político que alguna vez criticaron?
- ¿No se siente irónico que una banda que aborrecía la mediocridad termine reciclando los mismos acordes y discursos?
- ¿Acaso el reguetón les robó más que el protagonismo, también las ganas de innovar?
- ¿Dónde está la letra sobre los problemas de hoy: el narcoestado, la corrupción y los desplazados? ¿O será que ya no hay valentía para incomodar?
- ¿Molotov sigue siendo una banda de protesta o simplemente un recuerdo en la playlist de los cuarentones nostálgicos?
Con esto, quizá logremos picarles el ego lo suficiente para que vuelvan al estudio con la furia que alguna vez los definió.