Un llamado urgente: proteger lo digital, cuidar lo humano
Vivimos en una era donde el éxito digital es tan valioso como vulnerable. Cada día, más personas llegan a mí después de haber sido estafadas por agencias o supuestos expertos que les han robado sus dominios, sus contraseñas o el control total de sus páginas web. Uno de estos casos recientes involucra a conocidos y familiares, pero no son los únicos: también tengo clientes que confiaron en empresas y «diseñadores»; terminaron perdiendo el control de su presencia en línea.
Desde que decidí entrar al mundo del asesoramiento tecnológico, mi propósito fue claro: marcar la diferencia. No por ser el más barato ni el más caro, sino por ofrecer un trato justo, honesto y personalizado. Me di cuenta de que muchas agencias engañaban a sus clientes para mantenerlos cautivos, impidiéndoles buscar nuevas alternativas. En lo personal, estoy en total desacuerdo con estas prácticas.
Cada servicio debe tener un precio justo, con transparencia: si se contrata solo la creación de una página, explico que hay un costo adicional por mantenimiento anual, actualizaciones necesarias y soporte técnico. Incluso a quienes no tienen conocimientos técnicos, les ofrezco un mantenimiento básico para que su página siga funcionando y no se vean afectados por problemas técnicos inesperados. Mi enfoque es que puedan dedicarse a lo suyo, mientras nosotros resolvemos lo demás.
Por desgracia, los robos de dominios no son casos aislados. Muchas veces, los afectados ya no pueden recuperarlos, lo que incluso ha desencadenado procesos legales. En otras ocasiones, simplemente les han arrebatado el acceso a sus propias cuentas. Ante estos escenarios, yo siempre explico por qué es importante tener control absoluto sobre sus activos digitales, y acompañamos el proceso con sesiones de formación básicas para que comprendan los riesgos y soluciones.
Porque aquí está el punto clave: con el tiempo, el problema no es que no sepan hacerlo, sino que no tendrán tiempo de hacerlo. Y ahí es donde entramos nosotros como especialistas.
El problema no es nuevo, pero sí urgente
Este fenómeno no es exclusivo del mundo digital. Pasa en la política, en la salud, en la vida cotidiana: cuando alguien empieza a tener éxito, tiende a alejarse del origen, a confiarse. Dejan de pedir ayuda creyendo que ya saben todo, o que pueden delegar malamente en amigos, hijos o conocidos, sin acompañamiento de profesionales. Y no estoy diciendo que no puedan hacerlo, sino que deben estar acompañados por especialistas, como ocurre en las grandes empresas del mundo.
La historia nos da ejemplos claros: Porfirio Díaz tenía a científicos y asesores a su lado; Salinas de Gortari tuvo a Córdoba Montoya; en el mundo corporativo, los verdaderos líderes siempre han sabido rodearse de expertos para tomar decisiones informadas. Así es como se mantiene la estabilidad, el crecimiento y la prevención de crisis.
Construyamos un círculo de confianza
Por eso hoy hago este llamado: formemos un primer círculo entre quienes ya han sido estafados, para apoyarnos mutuamente. Podemos organizarnos, compartir información, evitar que otros caigan en las mismas trampas. A partir de ahí, invitemos a nuestros amigos y conocidos antes de que sean víctimas. No con miedo, sino con soluciones.
¿Qué podemos hacer? Proponer desayunos de trabajo donde compartamos estas experiencias, generemos ingresos y usemos parte de lo recaudado para pagar a quien nos asesora o da seguimiento, ya sea yo o alguien más del equipo. También podemos organizar eventos culturales, kermeses, conciertos u otras actividades donde parte de los fondos recaudados se destinen a recuperar dominios, pagar servidores o financiar contenidos profesionales (como videos o asesorías) para que nadie más quede desprotegido.
Presencia digital no es lujo, es certeza
Mucha gente cree que tener una página web ya no es necesario, que con Facebook o Instagram basta. Grave error. Una página web no es solo un currículo: es tu presencia, tu casa digital, tu identidad jurídica frente a otras empresas, clientes o instituciones. En este nuevo mundo, no basta con estar: hay que estar bien.
Y como en la antigüedad uno necesitaba un puerto o una dirección física, hoy necesitas una dirección digital legítima y segura. La web es el nuevo territorio, y si no sabes navegarlo, necesitas un capitán de confianza.
