En la arena política, el ego es un obstáculo omnipresente que puede nublar el juicio y obstaculizar el progreso. A lo largo de la historia, hemos visto cómo diversos líderes políticos, tanto a nivel nacional como internacional, han caído presa de la arrogancia y la creencia infundada en su propia infalibilidad.
En muchos casos, los expresidentes del mundo han enfrentado el desafío de mantener a raya su ego y reconocer que no son los únicos poseedores de la verdad. Por ejemplo, líderes como Nelson Mandela, Barack Obama y Angela Merkel han demostrado una humildad admirable al rodearse de expertos y escuchar diferentes perspectivas antes de tomar decisiones importantes.
Sin embargo, también hemos sido testigos de casos en los que el ego desmedido de los líderes políticos ha llevado a decisiones desastrosas. Por ejemplo, líderes autoritarios como Adolf Hitler, Joseph Stalin y Kim Jong-un, o Musollini( al que menciono Andrés Manuel en un video) han demostrado un claro desprecio por la opinión de los demás y han buscado imponer su voluntad a toda costa, ignorando las consecuencias devastadoras para sus países y el mundo.
En el contexto actual, donde la violencia y otros desafíos sociales exigen soluciones efectivas y colaborativas, es más importante que nunca que los candidatos a la presidencia reconozcan la importancia de dejar de lado su ego y trabajar en equipo. En lugar de aferrarse a una visión unilateral, es fundamental que estén abiertos a escuchar y aprender de diferentes fuentes, incluidos expertos en el tema y representantes de la sociedad civil.
En resumen, el primer y principal reto de los candidatos a la presidencia, tanto en México como en cualquier parte del mundo, es la eliminación del ego y la búsqueda de soluciones basadas en el diálogo, la colaboración y el respeto mutuo. Solo así se podrá construir un futuro más justo y próspero para todos.